El Brazo del manco Puertas que abren espacios, puertas que nos cierran todos los espacios, después de noches pasadas anhelando el día, días anhelando la noche, panes que no hemos comido se enmohece en mesas lejanas; país que no aparece en los libros de geografía, nuestro país, hueco en el que caído, hueco que nos socava, beso que no recibimos, beso que se ahoga en la fosa de los besos que no damos palabras que decimos, granos de uva tan agrios como las palabras que callamos; certezas que no tenemos, nuestras únicas certezas de verdad. Todo ausencia, todo carencia y todo dolor, como el brazo de un manco. Volver a casa Con los mapas del tesoro bajo el brazo dejé mi casa y caminé por los escondrijos del miedo en busca del canto de las sirenas No encontré en mi viaje más que grises piedras de pederna
Fernando Aramburu nació en San Sebastián en 1959. Fue miembro fundador del Grupo CLOC de Arte y Desarte y colaborador de la revista Kantil. En su ciudad natal emprendió estudios de Filología Hispánica que habría de concluir más tarde en la Universidad de Zaragoza. Desde 1985 reside de forma permanente en la República Federal de Alemania, donde ejerció la docencia durante largos años. En la actualidad se dedica exclusivamente a la creación literaria. Sus inicios como escritor se sitúan dentro del ámbito de la poesía. En 1990 se pasó, parece que definitivamente, a la prosa. Colabora en periódicos y suplementos de cultura. Algunas obras suyas han sido traducidas a diversos idiomas. ENLACES Fernando Aramburu en Wikipedia En Tusquets Editores En este mismo blog: UNA MEDITACIÓN SOBRE POESÍA OBRA EN VERSO El librillo , San Sebastián, 1981, edición del autor, reeditado por Ed. Hiperión, Madrid, 1995 Ave Sombra , Haranburu Editor, San Sebastián, 1981 Bruma y conciencia , re
Ahora voy a contar la historia de mi vida en un abecedario ceniciento. El país de los ricos rodeando mi cintura y todo lo demás. Escribo y callo. Yo nací de repente, no recuerdo si era sol o era lluvia o era jueves. Manos de lana me enredaron, madre. Madeja arrebatada de tus brazos blancos, hoy me contemplo como un ciego, oigo tus pasos en la niebla, vienen a enhebrarme la vida destrozada. Aquellos hombres me abrasaron, hablo del hielo aquel de luto atormentado, la derrota del niño y su caligrafía triste, trémula flor desfigurada. Madre, no me mandes más a coger miedo y frío ante un pupitre con estampas. Tú enciendes la verdad como una lágrima, dame la mano, guárdame en tu armario de luna y de manteles. Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres arrodilladas en sus delantales, este es el sitio donde enterraron un gran ramo verde y donde está mi sangre reclinada. Días de hambre, escándalos de hambre, misteriosas sandalias aliándose a las sombras del rome