Dos poetas vascos en el Festival de Medellín



EL CERRO DE NUTIBARA ES SEGURAMENTE EL MÁS IMPORTANTE Y SIN DUDA EL MÁS EMBLEMÁTICO DE LOS ESCENARIOS EN LOS QUE SE DESARROLLA EL FESTIVAL. AQUÍ SUELEN  REUNIRSE UNAS CUATRO MIL PERSONAS PARA ESCUCHAR A LOS POETAS

Dos vascos,   José Fernández de la Sota  y Kepa Murua han sido invitados al 22 Festival Internacional de Poesía de Medellín, que ha celebrado este año la poesía de los pueblos aborígenes del mundo,  para lo cual ha contado con poetas representantes de las naciones Kamëntsá (de la región de Putumayo, Colombia), Embera (de la región de Antioquia, Colombia), Shuar (Ecuador), Quechua (Perú), Wayuu (Colombia y Venezuela), Mapuche (Chile), Náhuatl (México), Innu (del Canadá) y Monacan (Virginia, Estados Unidos); de las naciones Maorí y Rapa Nui del continente de Oceanía y la nación Sami del continente europeo


El Festival de poesia de Medellín se ha desarrollado entre el 23 y el 30 de junio. La primera vez que se convocó fue en 1991, en la época en que la violencia castigaba la ciudad colombiana de una manera atroz. La HISTORIA del Festival Internacional de Poesía de Medellín está en su SITIO WEB. Como parte de la misma, se conserva a disposición del visitante (o navegante) el archivo con la información de cada de las convocatorias que han tenido lugar desde su fundación. Este año 2012 acudieron dos poetas vascos que escriben en castellano: Kepa Murua y José Fernández de la Sota. Los podemos encontrar en la larga lista de participantes, en la página que contiene las notas bio-bibliográficas de los mismos. A ambos se les pidió una poética o texto equivalente. Esto fue lo que escribieron:

KEPA MURUA:

“El poeta debe ser hijo de su tiempo. Las palabras utilizadas, el gesto poético, la música del poema, su ritmo y fondo, el contenido, responden a una mirada que profundiza en lo que acontece al hombre como poeta. Inmerso en un entorno que podríamos llamar “ciudad”, “país”, “época” o “historia”, el poeta toma una distancia de los objetos y de las personas para reflejar una realidad que sustenta las interrogantes sobre el mundo y la condición humana. El poeta responde a meditaciones y vivencias personales con palabras. La contemporaneidad reside en la mirada. Somos poetas porque miramos con otros ojos lo que acontece alrededor. Somos poetas porque decimos con palabras lo que otros no son capaces de expresar por pudor o ignorancia. Una mirada exterior proyecta al paisaje, una mirada interior remite al hombre. Podríamos hablar del cuerpo y del alma de la poesía. El lenguaje poético es el latido donde estas dos esferas caminan con un paso u otro. Somos poetas porque intentamos descifrar el paso por el mundo. Descubrir el sonido de la existencia. Dotar a las palabras, que estaban antes que nosotros, de una nueva existencia.


JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA SOTA:

¿Poesía por qué y para qué? Digamos que poesía porque sí. Porque necesitamos decir no. La poesía puede ser una forma magnífica de decir no. Incluso a veces es la única manera de decir que no. Porque no hay otra. Porque es barata. No necesita antenas, baterías ni cables. De manera que puedes escribir un poema para decir que no en estos tiempos de pensamiento único y de unanimidades sospechosas. No a los engañadores de la teletienda, pongamos por ejemplo. Entonces escribimos un poema para decir que no nos interesan los mercachifles de la televisión. Y tampoco los otros, aunque seguramente son los mismos. Podemos escribir ese poema o podemos leerlo o escucharlo. Da exactamente igual. Escribirlo, leerlo o escucharlo. Los poemas se extienden y se expanden y acaban siendo anónimos cuando son realmente necesarios, es decir, absolutamente necesarios. Los poesía es inútil, eso dicen, eso creen algunos tíos listos. Pero a veces lo inútil resulta imprescindible. ¿Poesía por qué y para qué? Digamos que poesía porque sí. Porque necesitamos decir sí. Porque es preciso que nuestras palabras nos digan lo que saben de nosotros. No es ningún acertijo. Un poeta escribió que la poesía pregunta cuando nadie responde y responde cuando nadie pregunta. El secreto de la poesía –me dice Julia Otxoa, una poeta amiga- pertenece más al náufrago que al navegante. Yo le doy la razón y sigo naufragando y me sigo salvando cada vez que escribo un poema para decir que no, para decir que sí, para decir que puede o que tal vez. Porque la poesía, pese a todo, es lo mejor que nos puede pasar. Claro que en Medellín eso se sabe.”



EN LA FOTO,  DE IZQUIERDA A DERECHA, JOSÉ LUIS REINA PALAZÓN, ATALA URIANA, PHILIP HAMMIAL, KEORAPETSE KGOSITSILE, KARENNE WOOD, EULALIA YAGARÍ GONZÁLEZ, SIGBJØRN SKÅDEN, JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA SOTA Y FADIR DELGADO ACOSTA



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