JOSÉ BLANCO


José Blanco nació en Barakaldo en 1965.


Escribe poemas desde que tiene uso de la lengua, a la que perdió el respeto tras una breve incursión en estudios de Filología, pero sobre todo tras su paso por el Taller Literario La Galleta del Norte, de su misma localidad, donde participó en la gestación y realización de obras, publicaciones, recitales y exposiciones de inspiración colectiva entre los años 1988 y 1996.

Sus primeros libros fueron publicados gracias a haber sido distinguidos con sendos premios: Las obras de la mar. Las obras del amor (Ayto. de Alcalá la Real, 1992) obtuvo el XIII Premio Internacional de Poesía “Arcipreste de Hita”;
Cuaderno de bitácora (Ed. Ánfora Nova, Rute, 2000) consiguió el X Premio Nacional de Poesía “Mariano Roldán”.

En la primavera de 2005 un nuevo poemario, Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos, conoció una doble edición, como libro-objeto de la mano de la editorial madrileña Diógenes Internacional, y como libro convencional con la Ed. Baile del Sol, de Tenerife (Poesía 34, 2005). Ésta también ha publicado en su colección sus últimos libros, Las nubes (Poesía 52, 2006) y Memoria del caos (Poesía 110, 2009).

Asimismo, ha sido incluido en diferentes antologías y proyectos:

· Bilbao. Verso a verso (Ayto. de Bilbao, 2001),
· El Metro (Barcelona, 2002),
· TO2 o casi TO2 (Cero a la Izquierda, Palencia, 2004),
· Territorio Bilbao (Diógenes Internacional, Madrid, 2005),
· IV Premio de Poesía Experimental (Diputación de Badajoz, 2005),
· Cita en el Arriaga (Ayto. de Bilbao, 2006),
· Cuadernos escolares (Biblioteca de Extremadura, 2006),
· GrammaVisual 2006 (Asociación Cultural Myrtos, Córdoba, 2006),
· Fragmentos de entusiasmo. Antología de la Poesía Visual en España (1964-2006) (Guadalajara, 2007),
· Poesía visual española (Antología incompleta) (Ed. Calambur, Poesía 70, Madrid, 2007),
· GrammaVisual 2007 (Asociación Cultural Myrtos, Córdoba, 2007),
· ¡…Agua va…! (Factoría del Barco, Sevilla, 2008),
· La mujer rota (Literalia editores, Guadalajara, Jalisco, México, 2008),
· Bienal de Poesía Experimental de Euskadi - ex!poesía’08 (La Única Puerta a la Izquierda, Portugalete, 2009),
· Antología del Beso. Poesía última española (mitad doble ediciones, Málaga, 2009),
· Antología 30 (Editorial Pre-Textos, Valencia, 2009).

Su obra aparece en diversas revistas y publicaciones especializadas, como La Galleta del Norte, Veneno, Texturas, 7 formes, La Última Canana de Pancho Villa, Píntalo de Verde, Carpetas el Paraíso, Ánfora Nova, La Más Bella, El Costurero de Aracne y Zurgai, entre otras.



ENLACES

www.joseblanco.org
www.myspace.com/jbpoet


POEMAS



Del libro Cuaderno de bitácora, Ed. Ánfora Nova, Rute-Córdoba, 2000:



AUTORRETRATO


Camino por el borde de las dunas
Azotado por el viento
Quemado por el sol

Escribo poemas

Como quien levanta una casa
Con la única herramienta
De su mirada




LA RESACA


París palidecía bajo el cielo plomizo,
apenas mantenido en equilibrio
por la torre de Montparnasse. Nosotros
palidecíamos a la deriva
por calles clausuradas por el frío
de las primeras hora, por la lluvia.
Con los rostros mojados
heríamos el aire a vaharadas
que hablaban del concierto de Les Rita Mitsouko
y la voz afrodisíaca de Catherine Ringer,
las jarras de sangría de Le Dix…
Y hablamos del amor con el acento
que ostentamos los ebrios, súbditos de la noche.
Lo hicimos sin hablar sobre la alfombra.
Luego, para asegurarte, decías,
de que me quedaría a tu lado, te orinaste
-ni Abril relaja tanto los esfínteres-
sobre mis prendas de abrigo.




BRAILLE


Entré en la catedral
para escribirte
acerca del deseo:

sabrás que amanecí
con una erección
digna de tus labios

de haber estado a mi lado
te habría hecho notar
su magnificencia

aunque para ello
hubiera tenido que sumergirme
y reflotarte del sueño

existe una versión en braille
de este mismo texto
grabada sobre mi piel

lectura para tus dedos





CORAZÓN DE PIEDRA


la tormenta infinita de la entrega

Jesús Aguado

Dices tener un corazón de piedra,
que se ha ido endureciendo con los golpes
y los años, y actúa como un lastre,
si bien, qué más quisieras que elevarte
al cielo bien sujeto de las sábanas,
o mejor, de La Bella si es el caso.

En cambio, ya no sufres como antes,
es cierto: se acabaron las miserias,
pero has cancelado tantos vuelos
que ya ni al escribir versos despegas:
no rimas hélices en tus hangares,
ni mides acrobacias con los dedos.

En resumen, consigues eludir
la tormenta infinita de la entrega,
que obligara a modificar el rumbo...
Pero no logra un corazón de piedra
amortiguar los pasos de la muerte,
al contrario, retumban por el pecho.

Tú sigues divagando a ras de suelo,
cuando, ¿sabes?, para ganar altura
has de jugarte el verso y la mirada,
rompiendo la barrera del sentido.
¿No añora, acaso, tu vivir en blanco
la intensa inspiración del kamikaze?

La vida sigue estando en otra parte,
no envasada al vacío en la memoria,
sino donde la sombra del amor
nos abisma. Y para ganar su altura
has de entrar en barrena en unos ojos,
y no cerrar los tuyos cuando saltes.




LA DOCTORA MARQUÉS RECRIMINA AL POETA
POR NO USAR PRESERVATIVOS

SONETO

Corrrige, irresponsable, esa manía
y el buen juicio se instale en tu entrecejo,
porque no es la primera vez que dejo
reseñada en tu ficha la alegría

con que a Príapo rindes pleitesía;
cale en ti, más que el ron, este consejo,
aunque no esté en tu afán llegar a viejo
y el peligro estimule tu poesía:

No habite más olvido entre tus piernas,
ni la arrebatadora pasión haga
de ti un pelele cuya manta acusa.

Incluso en detrimento de la Musa,
preserva tu salud, caiga quien caiga,
sea el lecho como el verso que gobiernas.



VERANO (DE MI VIDA)

Sin otra luz y guía,
Sino la que en el corazón ardía.

San Juan de la Cruz


Cuánto el paso de un ángel con tejanos
deja un rastro fugaz. Y, sin embargo,
deseo que el verano sea largo.
Esa estela entrevista como arcano
del sueño de una noche de verano
matizará el invierno y su letargo.

Aun si la vida ofrece un trago amargo
yo seguiré apurándolo en sus manos.

Cuánto fulgor, también, cuando me amaron,
precipitándose desde su techo,
dejándome sin otra luz y guía
que la del corazón, donde anidaron
las estrellas caídas en mi pecho,
para seguir brillando todavía.




Del libro Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos, Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2005:



EL HOMBRE QUE ESCRIBE ES UN HOMBRE QUE RECUERDA

Porque el frío establece su derrota
y no existe el consuelo más allá
de tus labios conjurados
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque hemos perdido la inocencia
antes de que pudiéramos soñar
con tu estigma legendario
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque el dolor nos ha inducido al crimen
y en medio del jardín que cultivamos
se mece una rosa ígnea
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque el hombre que escribe reconstruye
el alfabeto para cobijar
su corazón lacerado
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque la leve transfiguración
de la escritura finge la verdad
con fulgor de permanencia
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque existe un lugar al cual retorno
en sueños donde encuentro las palabras
pero dichas no es igual
dime, amor, ¿para quién eres tormenta?

porque una vez mi vida se detuvo
mira mi corazón preso en el ámbar
de los instantes eternos
y dime, amor, si me liberarás



PATERAS

Bien se cuidan de interpretar los signos
los magos mercaderes de occidente,
garantes de global alienación,
que alientan la diáspora en pateras,
hechizadas por cantos de oropel,
hacia un estrecho bautismo de muerte.

No bajan a las playas de la muerte
a examinar in situ tantos signos
del avanzado estado de oropel,
que descompone el alma de occidente.
El óbolo pagado en las pateras
acrecienta el hedor a alienación.

En el primer mundo la alienación
sólo compite en ventas con la muerte,
al tiempo que extrapola a las pateras
las leyes del mercado, bajo signos
favorables con que auspicia occidente
la expansión de su industria de oropel.

Persiguen los destellos de oropel,
huyendo de su propia alienación,
y vienen a estrellarse en occidente
bajo el faro apagado de la muerte,
puntüando las playas como signos,
con la rúbrica atroz de las pateras.

Hombres, mujeres, niños en pateras,
que propulsan promesas de oropel.
Sin papeles, tras canjear sus signos
de identidad por sólo alienación,
mastican sin tragar hasta la muerte
el bulo alimenticio de occidente.

Bajemos a las playas de occidente.
Reanimemos la fe de las pateras,
que traen vida al primer mundo. La muerte
para quien la fomenta. El oropel
refundido en verdad. La alienación...
¡Es el momento de cambiar los signos!

Nuevos signos brillando en occidente,
libre de alienación y de oropel,
podremos disociar pateras-muerte.




(Del libro Las nubes, Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2006)



AMOR EM PAZ

Usted quisiera arrancarme los dientes
para que mi beso fuese aun más dulce,
y sumisa mi boca desnacida
dependiera del flujo de su pecho.

Mas no soy yo cuando usted amamanta
el rostro prematuro de un cadáver,
ni es amor la obstinada ceremonia
que favorece tanta indefensión.

El amor marca un tiempo sincopado
al corazón, que apunta las maneras
del ladrón con el alma dadivosa:
de cuanto hace acopio se desprende.

Para dejar de oír a las sirenas
hube yo mismo de aprender su canto,
extraviando a mi vez los corazones
hallados a merced de las mareas.

Ahora la escritura me devuelve
los pecios que sustentan la memoria
sobre la arena blanca del olvido
y procuran refugio y paz y amparo.

Con todo he conservado esta sonrisa
idéntica a defensa o dentadura;
si el beso que le doy a veces duele,
entienda usted que el alma está completa.



CANCIÓN DEL VERANO

Como el verano he nacido
para el sueño y el placer
para madurar los soles
hasta recoger su almíbar

como el verano he nacido
para el jugo y la alegría
para albergar un enjambre
de luciérnagas fugaces
en noche imperecedera

como el verano he nacido
para aquilatar las pieles
para atusar cabelleras
y dilatar las pupilas
donde fijar residencia

como el verano he nacido
para olvidar las promesas
que hiciera la primavera
las promesas son cansancio
un disfraz del corazón
afanado en devorar
las heces de su letargo

como el verano he nacido
para el aquí y el ahora
para enmudecer los grillos
cuando la sangre se adensa
y con dulzura imposible
el cielo acama la hierba

como el verano he nacido
para el eterno retorno
mas si el deseo no vuelve
quizá el amor sobreviva
al clamor de las cigarras.



OFRENDA


Te traigo la tristeza que precisas,
la propia desazón que te hace falta,
pura ansiedad tendente al desafuero,
la hecatombe biliar sobre tu ara.

Te traigo un tiempo muelle y desasido,
con un palmo de aire entre tú y el suelo,
la calma atemporal de los armarios
y tu infancia escondida entre membrillos.

Hoy traigo ante ti un vértigo ancestral,
cual vida celebrándose a sí misma:
orquídea impúdica, gladiolo en llamas
o llameante laurel de los sentidos.

Hoy me traigo ante ti tal como eres,
para que descanses o te hagas daño,
para que todo fluya y no te bañes
dos veces dentro de la misma piel.

Vengo leyendo el libro de la vida
por el capítulo que me has marcado.
Óyeme pronunciar tu nombre, óyelo
clamar su corazón, su descendencia...

Óyelo en la amalgama del idioma
condensar la memoria en una voz,
frágil como una mina antipersona
que estallara en mi vida para siempre.

Ahora escoge tu nombre y tu oración.
Ten presente tu propia inconsistencia
y recuerda que nadie vuelve…
Amén.





Del libro Memoria del caos, Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2009:



ALARMA AÉREA (Robert Capa. Bilbao, 1937)

Porque fuimos nosotros quienes te levantamos
de entre la niebla con denominación de origen,
de un horno sideromelancohólico te alzamos,
cual ferrones esforzados que del suelo erigen

un sueño de estructuras, los poetas te nombramos
como los dioses callan y los hombres afligen.
Tú velabas nuestro sueño, cuando despertamos
en tu orilla había puesto consulta una esfinge.

Probablemente digan: Bilbao ha ganado en luz,
mas tu luz brota de la capturada cuando eras
una niña corriendo bajo alarmas aéreas,

con el abrigo mal abrochado por la urgencia,
mientras en tus ojos emulsiona la inocencia,
cuarteada como los cristales de un tragaluz.



SOUVENIR DE CIUDAD JUÁREZ

Inauguraba una exposición en la Sala Municipal del Casino. En el centro de la sala, una peana solitaria bajo una luz cenital. La única pieza expuesta era un objeto de apariencia insignificante, un cilindro rojo decorado con algunas líneas geométricas de colores diversos. La muestra se completaba con la proyección a gran escala del interior del cilindro, en el cual se había insertado una micro-cámara a tal efecto. Sin embargo, ambos elementos, objeto y proyección, ocupando espacios distintos.
El objeto debía ser manipulado por los visitantes. Examinaban su interior acercando el ojo a un extremo, al tiempo que lo iban girando. Era un caleidoscopio. La proyección mostraba las bellas formas y colores del interior del tubo: cambios geométricos de cuerpos femeninos en detalle (senos, vulvas, nalgas, labios…) El alto contenido erótico se ve alterado por los restos de sangre, cabellos y uñas rotas desplazados en cada nuevo giro.
Esa “artística” instrumentalización del cuerpo de la mujer nos convertía en cómplices a quienes visionábamos las imágenes y a quién, mirando a través del caleidoscopio, accionaba la danza macabra de los cuerpos fragmentados.



BRAGUICOMEDIA DEL ALFABETO
Una escena hogareña, la cocina de nuestra casa entre neblinas matinales. L.A. amanece cariacontecida, se abre la bata bautismal para decirnos que tiene un problema de bragas. Un problema de bragas, en efecto, todas le hacen daño.

De su bata entreabierta va surgiendo un nuevo alfabeto: oes órficas, horandas, obsidiánicas; eses súbitas, sempiternas, sincopadas; ces corsarias, cimbreantes, ciclópeas, cumbreborrascosas; y, como una a invertida, mayúscula y fragante cual rosa ensimismada, la uve vertiginosa, visceral, v doble, abismada y abismante, vocablo inaugural.

Renombrar el mundo para renombrar su cuerpo. Deletrear un nuevo alfabeto para renombrar el mundo. Amarás el alfabeto sobre todas las cosas.

L.A., braguiacontecida, es toda desnudez e indefensión, al tiempo que exquisito ornamento y máscara suntuosa. Quiero decir que la ves: es ella y lo sabes. Luego logra braguiponerse, o sobrebragarse, no importa, sigue siendo ella: la gata cazadora y la rata hemofílica, la incólume cariátide y la ménade menopáusica, María Angustias y Kiki de Montparnasse.

De repente ocupa el centro de nuestras vidas, es el ojo del huracán, la abeja reina por cuya miel nos desvivimos zánganos, abejorros y moscones, alentados por su sola presencia, por su herida majestad, de la que quisiéramos parecer dignos, siquiera parecerlo…

A veces aleteamos en torno suyo, ya lo he dicho. A veces nos dolemos mutilados sin ella, porque se lleva pequeños trozos de nuestros cuerpos trenzados en su collar como amuletos: yemas y lóbulos, lenguas y cartílagos, dientes y cabellos, pezones ensartados, ausencias que nos delatan declarando a quién servimos.

Amo su alfabeto como a mí mismo.



CALEIDOSCOPIO

Los ojos del poeta no ven, miran pero no ven. Comprobémoslo: si le pasamos una mano por delante de la vista, no reacciona. Sin embargo, esa mirada perdida, escrutadora de infinitos, acaso revela un grado de introspección superlativo. Los ojos miran hacia dentro. Tal parece indicarlo el cuaderno de notas que mantiene abierto ante sí: el poeta no se ha abandonado a la inacción, muy al contrario, con una concentración extrema, realiza una búsqueda y registra cada hallazgo, sus visiones. Cuando despierta al fin de la hipnosis, revisa las notas garabateadas en el papel como huellas de aves marinas en la playa, y retoma su juego.
Un cuaderno de escritura también es un cuaderno de juegos. El ejercicio literario como paradigma de la invención -o reinvención- inherente a todo juego, a su impostura y a su impostación. En este caso, el alfabeto es a un tiempo el instrumento y el objetivo. El juego bien pudiera llamarse: mundos para armar, o mejor, mundos para amar. El poeta se aproxima con curiosidad renovada, lo examina aplicando una mirada incisiva sobre el objeto. Ah! ¡Cuántos secretos en su interior! Absorto lo voltea. Las piezas se desencajan y vuelven a encajar con otras distintas, logrando nuevas correspondencias.
El juego de espejos produce formas cambiantes, extrañas combinaciones que mezclan la realidad y el deseo, evocando mundos híbridos y mágicos, lugares fingidos y verdaderos en justa proporción: calles que invocan lo visible y lo invisible, paseos que dan la paz a los transeúntes, colinas lamidas por vientos sinfónicos, muelles que comprenden todas las uniones, o patios jalonados de ensueño... Una geografía de lo posible, en fin, habitada por seres de humanidad improbable, habitados a su vez por pulsiones incoercibles, tan habituados al tránsito entre uno y otro lado del espejo.
El lenguaje tiende un puente entre ambas márgenes. Crea un vínculo sin fisuras, hasta el punto de que se hace imposible discernir en qué lado se está. Ámbitos presentidos o reconocidos, vividos o imaginados son presentados con rasgos de la misma especie. Esa es la potencia del lenguaje. En eso consiste el juego. Un nuevo movimiento establece simetrías insospechadas. Lo de afuera es lo de adentro y viceversa, tanto lo que ya fue como lo que será -o sería- reanudan su vigencia en suspenso y la prolongan en un tiempo sin tiempo.
Este juguete de apariencia insignificante recrea un laberinto en el cual será muy fácil perderse. Para conjurar el peligro, el poeta se deja guiar por ángeles iluminados, traba alianzas con ángeles caídos, frecuenta a los autores que a su juicio acertaron a abrir alguna puerta, revisa viejas fotografías, reedita amores caducos, retorna a los lugares que ya componen el decorado transfigurado de su imaginario, consulta oráculos que respiran los vapores que emanan del profundo estrato del sueño... Quizás es allí donde radica la fuente de la que brota el caos sin memoria, que el poeta trata de encauzar. Como evidencia de su paroxismo, ha señalado con hitos el camino que aflora a la superficie; pero los hitos acaso revelan una y otra vez su desorientación, y no conducen sino a admitir cuán insalvable se presenta la distancia entre ese caos del primer impulso y el orden que genera sobre el blanco de la página.
En el hecho escrito hay ya un orden estático. El poeta ha entrevisto en el caos un bien esencial, pero inaprensible. El mundo configurado en su cuaderno es apenas una vaga sombra del que hubiera querido retratar. No obstante, el caos obró el hechizo de ponerlo tras su pista. La distancia abierta entre la intuición y la obra consumada es el espacio del poeta.



EL ÁNGEL DE LA QUÍMICA

Me abrió su corazón y una cajita
conteniendo pastillas de colores.
Pandora derramando sus dolores,
su arco iris para armar en la mesita.

La noche oscura del alma concita
en su lecho un plantel de agrimensores,
que acotan cielos con elevadores
e infiernos con horarios de visita.

Por querer mostrárseme tal cual era,
despojó su cuerpo y sus emociones,
para que yo la amara o aborreciera

por sí misma, y no por la conveniencia
vana de maquillar imperfecciones,
que infundiera a su piel falsa apariencia.



CALLE DE TODO LO QUE EXISTE

Es muy fina la telilla que separa la vida de la muerte. Una especie de funda extremadamente frágil contiene la nube gris que nos anima, como la bocanada encerrada por un fumador ocioso en una copa de vidrio. De vidrio, nosotros: el caparazón que la protege, hasta que el tiempo nos empaña la mirada y resquebraja este cristal gastado.
La calle era tan estrecha. Debíamos caminar en fila india por la acera. Así lo noté por primera vez. Ese genio o guardián o ángel de la guarda o lo que sea que todos tenemos, caminaba pegado a mí. Pero nadie más, ninguno de vosotros contaba con una pareja semejante, y entonces ocurrió. De pronto, un fuerte olor a mar envolvió la escena, y una luz blanca, como la espuma de ese mar embravecido. Una vela crujía a punto de estallar, tensada por el viento: el guardián hurgaba dentro de mi cráneo, tratando de rasgar la fina membrana que contiene la nube gris que nos anima. Comprendí que esa era su misión: ayudarnos a encontrar nuestro camino en el éter.
Entramos en el bar. Yo sabía que os estaba contemplando por última vez antes de que la espuma me cegara. Sentía que, puesto que se ha de morir, no estaba del todo mal hacerlo entre vosotros, estilitas del cariño, un sábado por la noche, y al mismo tiempo me resistía a esa idea. Una náusea más y me habría ido. Vi mi funda vacía, mis inservibles despojos a vuestros pies, y lamenté no haberos amado lo bastante. Si tuviera un poco más de tiempo... Necesitaba vivir para intentarlo. Busqué en derredor, decidido a pedirle, aun a suplicarle una prórroga a mi guardián; pero él ya no estaba conmigo. Entonces apareciste tú, vestida con un sari del mismo azul de ese mar en calma. Así supe que de momento el guardián no regresaría para cumplir su misión.



MARISMA A-Z

Todo escritor que se precie frecuenta estos parajes, absorto en el silencio sin coerción que envuelve las lagunas, cuyas aguas reflejan cielos magnéticos e indescifrables y lamen los márgenes con mansas ondas suspensivas... Sendas blancas serpentean bajo un catálogo inagotable de atardeceres inéditos, mientras pulsan el aire golondrinas circunflejas.
¡Qué multitud de especies en trance de enunciación anidan entre estos juncos como admiraciones! Lapsus flamantes, esquivas intuiciones, quisicosas, nonadas, indictas, bandadas enteras de ángeles que pasman los ojos de los contertulios descansan de sus movimientos migratorios en el beneficio de estas latitudes. Todo ello convierte a este lugar en un observatorio idóneo desde el cual estudiar el comportamiento de los nombres errados en lances de alcoba, o la lista cabal de los reyes godos alejándose en desbandada de una mente en blanco en mitad de un examen. Y lo que sin duda podemos considerar el acontecimiento estrella: el ritual de desove de esa extraña especie de frases ininteligibles e inconexas que eligen las profundas arenas del sueño para reproducirse, cuyas crías apenas conseguirán sobrevivir a la acción depredadora de la vigilia.
Todo escritor que se precie, todo poeta, acechará atento la presencia de esa rara avis que es la inspiración, cogida al vuelo en el pico de una garza o en el color de los flamencos, como en la punta de la lengua...



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